- Los primeros homínidos apenas sabían cazar, especialmente los australopitecos y Homo habilis. Vivían de la recolección de vegetales comestibles (tubérulos, raíces, cortezas y brotes tiernos, frutas y semillas); de capturar pequeños animales (insectos reptiles, roedores, polluelos, huevos...) y de animales muertos o enfermos que encontraban (carroña, sobre todo). Eran muy oportunistas.
- Los arcántropos ya cazaban, pero su verdadera base alimenticia siguió siendo la recolección y la carroña o las capturas oportunistas y con trampas. De hecho, los grandes yacimientos de Torralba y Ambrona (provincia de Soria, España), donde los humanos despiezaban enormes elefantes antiguos (de hasta 20 tn de peso), no eran cazaderos, sino lugares de carroñeo.
- Los verdaderos humanos cazadores son los neandertales y los humanos modernos, que sin embargo, nunca dejaron de comer vegetales, pequeños animales o carroña. La caza casi siempre se hacía por medio de trampas. El Hombre de Nenandertal y el hombre moderno también aprendieron a pescar por medio de arpones, redes o anzuelos.
Sin embargo, nunca se llegaba a romper el equilibrio del ecosistema, pues los cazadores y recolectores del Paleolítico no eran agresivos con el medio natural; no lo expoliaban ni acumulaban alimento innecesariamente. Al contrario, a menudo actuaban como un regulador, eliminando animales viejos, enfermos o extraviados, incluso, reciclando la carroña. La presión poblacional era escasísima ya que la naturaleza proporcionaba lo suficiente. No se trata de idealizar este modo de vida (como acertadamente indica Luis Vitale), sino de que nos demos cuenta de que el ser humano ha vivido en este planeta sin dañarlo el 99% de su existencia, y en sólo el 1% restante lo está destruyendo.
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